Los sucesores de Don Pelayo crearon el primer reino cristiano: el astur-leonés que posteriormente pasó a llamarse reino de León del que también formaba parte Galicia. Algunos condados del reino de León se independizaron y se creó el Condado de Castilla, origen del reino de Castilla que con el tiempo llevaría el peso de la Reconquista. En los Pirineos existían otros territorios cristianos que también opusieron resistencia a los musulmanes: el reino de Navarra y los condados catalanes, posteriormente integrados en el reino de Aragón.
A partir del siglo XI,
los reinos cristianos cambiaron sus fronteras y prosiguieron las conquistas de
territorios musulmanes. En 1.212, como consecuencia de la debilidad de
al-Andalus, los cristianos vencieron en la batalla de las Navas de Tolosa y
ampliaron sus territorios hacia el sur de la Península.
En el siglo XIV quedó consumada la Reconquista de la Península,
salvo el reino nazarí de Granada que, con Boabdil el chico como último rey, no caerá hasta 1492 bajo el reinado de los
Reyes Católicos, Fernando de Aragón e Isabel de Castilla quien años antes, en 1479, unieron
ambas coronas.
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