En el año 711 los musulmanes llegaron a la Península desde el
norte de África. Apenas encontraron resistencia por parte de la población
hispana, a excepción de los pueblos del norte. Vencieron a los visigodos y en
pocos años dominaron la mayor parte de la Península y las Islas Baleares. Llamaron a este territorio al-Andalus y fijaron su capital en
Córdoba. Al-Andalus se convirtió en una provincia del imperio musulmán, que
estaba gobernado por el Califa de Damasco, en Asia.
Esta etapa dura hasta el año 1.031, cuando al-Andalus se dividió en
pequeños reinos independientes entre sí llamados reinos de taifas. Los reinos
de taifas tenían luchas entre sí. Estas luchas favorecieron el avance de los
reinos cristianos desde el norte de la Península. Para frenar este avance,
nuevos grupos de musulmanes vinieron desde África y reunificaron los reinos de
taifas.
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