jueves, 31 de enero de 2013

La España musulmana


En el año 711 los musulmanes llegaron a la Península desde el norte de África. Apenas encontraron resistencia por parte de la población hispana, a excepción de los pueblos del norte. Vencieron a los visigodos y en pocos años dominaron la mayor parte de la Península y las Islas Baleares. Llamaron a este territorio al-Andalus y fijaron su capital en Córdoba. Al-Andalus se convirtió en una provincia del imperio musulmán, que estaba gobernado por el Califa de Damasco, en Asia.


 En el año 756, Abderraman I se independizó del califa de Damasco y transformó al_Andalus en un emirato, es decir, una provincia independiente. En el año 929, Abderraman III convirtió el emirato en un califato, es decir, adoptó el cargo de califa y se convirtió en la máxima autoridad política y religiosa de al-Andalus.  Durante el califato, al-Andalus conquistó muchos territorios y tuvo un gran desarrollo científico, económico y cultural. 


Esta etapa dura hasta el año 1.031, cuando al-Andalus se dividió en pequeños reinos independientes entre sí llamados reinos de taifas. Los reinos de taifas tenían luchas entre sí. Estas luchas favorecieron el avance de los reinos cristianos desde el norte de la Península. Para frenar este avance, nuevos grupos de musulmanes vinieron desde África y reunificaron los reinos de taifas.


En 1.212, los reinos musulmanes sufrieron una gran derrota frente a los reinos cristianos en la batalla de las Navas de Tolosa, que provocó el fin del dominio de los musulmanes. Sólo se mantuvo el reino de Granada, que fue conquistado finalmente en 1.492 por los Reyes Católicos.



miércoles, 30 de enero de 2013

La España visigoda


En el año 409, los suevos, los vándalos y los alanos llegaron a la Península atravesando la cordillera de los Pirineos por el paso de Roncesvalles. Eran pueblos germanos que procedían del norte de Europa y llevaban muchos años en lucha contra los romanos.
Los romanos no podían contener a estos pueblos, por eso, pidieron ayuda a los visigodos, otro pueblo germano, y se aliaron con ellos para que éstos frenar su avance por la Península. De este modo, los visigodos se asentaron en la Península y expulsaron a los vándalos y alanos.

 

 Así en el año 476, existían dos reinos, que reemplazaron a los romanos: el reino de los visigodos, que ocupaba la mayor parte del territorio y el reino de los suevos, que se extendía por el noroeste. Suevos y visigodos compartieron el dominio de la Península durante unos ochenta años. Después se enfrentaron y los visigodos lograron el control de casi todo el territorio.


En sus dominios, los visigodos mantuvieron la división romana de la Península en cinco provincias que fueron llamados ducados. El reino estaba gobernado por un rey y al frente de cada ducado había un duque. Uno de los principales reyes visigodos fue Leovigildo. Este rey trasladó la capital a Toledo y consiguió dominar a los suevos. Otros reyes visigodos importantes fueron Recaredo, que se convirtió al catolicismo, y Recesvinto, que unificó las leyes del reino. El reino visigodo existió hasta el año 711, en que Don Rodrigo, el último rey visigodo fue vencido en la Batalla de Guadalete por el ejército musulmán que invadió la Península.
La sociedad visigoda estaba formada por nobles y campesinos. Los nobles tenían el poder político y militar. Además eran los dueños de la mayor parte de las tierras y poseían muchas riquezas. Los campesinos eran la mayoría de la población. Dentro de ellos había diferencias: algunos tenían sus propias tierras, pero muchos trabajaban las tierras de los nobles a cambio de comida y vivienda.
De los visigodos hemos heredado sus construcciones y sus obras de orfebrería. Los visigodos construyeron iglesias sencillas, de pequeño tamaño y realizadas en piedra. Los ejemplos más destacados son las iglesias de San Juan de baños, en Palencia, y San Pedro de la Nave, en Zamora. 


Los visigodos fabricaron también muchas joyas con metales y piedras preciosas.